viernes, 7 de diciembre de 2012

WHITE CHALK


HALLS es el proyecto en solitario de Sam Howard, jovencísimo londinense que podría, por estilo y por peinado, ser el discípulo del mismísimo James Blake. Indudable es la referencia en su trabajo, en el cual se subliman los silencios, los solos de piano y los falsetes como si de un auténtico homenaje se tratara. Inspirado en las desoladoras imágenes que dejó el Huracán Katrina tras su paso por New Orleans, el muchacho encontró consuelo y refugio en la composición casi celestial de su primer disco. Con un sonido sombrío y sepulcral, pero a la vez con un aire de esperanza, ARK parece, en todo su conjunto, un verdadero Requiem a la vida y a la muerte.

Utilizando samples grabados en iglesias, la intención mística y eclesiástica estaba clara desde el principio. Sam quería cobijarnos en su refugio y acariciarnos la nuca mientras todo lo malo sucede. Mientras lo doloroso nos mira de frente y pasa de largo. Así es como uno se siente si escucha ARK en su totalidad: lleno y vacío al mismo tiempo. Como si a uno le extirparan por completo las entrañas y le llenaran el espíritu de una melancolía fresca y renovada.



Sam Howard es, en realidad, un trobador atrapado en el Siglo XXI, relatando su angustia y sus desgracias bajo la influencia del Post-Dubstep más contemporaneo, pero bajo la influencia de todo el romanticismo del siglo XVIII.



Toda una experiencia religiosa.







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